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domingo, 20 de febrero de 2011

Invitación

Compañeros universitarios, a través de este medio les invito a que lean una serie de textos literarios que se irán publicando por parte de un servidor. El proyecto lleva por nombre "Cuadernos de la cotidianidad". Les invito a que los lean en días posteriores, quizá en esas líneas nos podamos encontrar.

Oda a la palabra...!

Bien pudieran ser estas líneas una Oda a la palabra. Y sí, lo ocurrido el pasado 16 de febrero en la explanada del campus ofrece espacio para la emoción. Alumnos de la licenciatura de comunicación por motivación directa de su profesor, exponen al aire libre poesía de poetas diversos...; la lectura en voz alta de esos poemas significó una emoción para aquéllos que disfrutamos esos momentos artísticos y literarios.

En hora buena por estas iniciativas, esperamos que se institucionalicen y formen parte del quehacer educativo de la UAD.

Sin embargo, nos gustaría ver una lectura en voz alta del Quijote; un concierto de música clásica, una exposición de pintura, presentaciones de libros y alguna peña literaria con música de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat.

domingo, 13 de febrero de 2011

Aviso

A la comunidad universitaria de la Universidad Autónoma de Durango, se les invita a la conferencia "Una lectura en retrospectiva del Estado mexicano", misma que será impartida por un servidor el próximo 25 de febrero del año en curso en el auditorio de nuestra universidad  a las 10 am.

El tema de la conferencia va en razón de lo siguiente: Se trata de explorar los orígenes bajo los cuales surge el Estado mexicano moderno y explicar, con ello, los cimientos que lo sostuvieron a lo largo del siglo XX; lo anterior planteado en función de la siguiente pregunta: ¿tenemos el Estado adecuado -bajo las condiciones que persiste actualmente- para enfrentar las complejidades del siglo XXI?

La pregunta en sí es compleja, por lo cual la conferencia no es más que un acercamiento al problema planteado.

Así pues, y en espera que esta breve introducción llame a su interés, los esperamos en la fecha y lugar señalado líneas arriba.

De antemano, un saludo a toda la comunidad universitaria.

sábado, 5 de febrero de 2011

Invitación

Se les invita a la mesa redonda del próximo jueves 10 de febrero en el Auditorio de la UAD; versará sobre el tema "Hugo Chávez y el modelo bolivariano de gobierno". La cita es a las 10:00 am.

La mesa de discusión está integrada por la maestra Graciela (de orígen venozolano, por cierto); el profesor Benet y un servidor, Fidel Ibarra López.

Profesores, inviten a sus alumnos...! Esperemos y sea una buena discusión.

domingo, 30 de enero de 2011



“La educación por competencias; retos y oportunidades”
Fidel Ibarra López
Introducción
El presente ensayo tiene como propósito fundamental exponer a la Universidad Autónoma de Durango como sistema educativo, en el marco de la educación por competencias. Para tal efecto, partimos del análisis de las condiciones sociales, económicas y políticas que enmarcan el sistema educativo y que dan origen a la concepción de la educación bajo un esquema centrado en el alumno y ya no en el profesor. Donde el alumno no es visto como un receptáculo de conocimientos, pasivo y reflexivo, sin interferencia directa en su entorno, sobre todo el entorno productivo; sino a un alumno activo en el proceso de enseñanza-aprendizaje, donde el conocimiento transferido al estudiante sea un conjunto de saberes con aplicación directa, esto es,  en consonancia directa la teoría y la práctica.
Posteriormente, se enfoca este paradigma de la educación (el constructivismo) en el sistema educativo de la Universidad Autónoma de Durango, los retos que representa para nuestra institución educativa, y las condiciones que se tienen en nuestra institución para enfrentar los retos y oportunidades que este enfoque de el educación plantea.
I.                    Educación y globalización económica
La globalización como fenómeno económico ha trastocado diversas esferas de la acción del hombre. No solamente la esfera económica, sino la esfera social, la política, la cultural, y por supuesto, la educativa. La transformación del quehacer económico ha arrastrado al resto de las actividades del hombre y ha implicado la transformación de los sistemas económicos nacionales. La apertura de las economías nacionales conllevó la concepción de conceptos económicos fundamentales para el accionar de las economías locales a escala global. Conceptos como productividad, competencia y competitividad pasaron a ser la piedra angular de la economía internacional. Y esto es así, debido a que la competencia en el mercado no se encuentra a escala local, la competencia por el mismo se mundializó.
En este proceso de globalización y de integración económica –que es otro fenómeno emanado de la globalización donde varios países en el mundo se han integrado como unidades económicas a otras naciones en busca de un mayor beneficio del comercio internacional. La integración ha tenido lugar de diversas formas y en niveles de integración distinto: desde la zona de libre comercio a través de tratados comerciales (como el caso de México con los Estados Unidos y Canadá), hasta la unidad económica como la Unión Europea- el marco institucional educativo ha tenido un transformación cualitativa en aras de adecuar la educación a las condiciones que el sistema económico requiere. Y lo requerido en un marco de competencia por los mercados,  es una fuerza de trabajo capacitada y cualificada con estándares altos en productividad. La operación es clara y sencilla en este momento histórico de la humanidad: producir más con menos (productividad), con costos más bajos para tener la posibilidad de competir en el mercado internacional (competitividad).
Y en este marco de productividad y competitividad, el sistema educativo tiene un papel clave: hoy más que en ningún momento de la historia económica del hombre, el sistema educativo tiene que producir, formar y construir a un individuo con capacidades no solamente académicas e intelectuales, sino sobre todo con capacidades prácticas que puedan ser aplicadas directamente en el mercado de trabajo.
De hecho, en esta dinámica económica y educativa, algunos campos de estudio han sido desplazados como materia de conocimiento y han surgido otros tantos más debido a la directriz que marca la evolución de la ciencia, la tecnología y la economía mundial.
Así pues, el actual momento histórico de la  económica internacional delinea un sistema educativo con características claras y concretas y con funciones específicas. En este proyecto algunos países se han insertado de forma más eficiente –sobre todo los países con economías desarrolladas-, y otros lo están haciendo de forma más lenta, gradual y a contracorriente de las inercias políticas y sociales internas, como en el caso de México.
En nuestro país la propia configuración del sistema educativo se convierte en el principal obstáculo a sobrepasar para una transformación de fondo de la educación. Y es que el sistema educativo en nuestro país se constituyó en base a las necesidades propias de un modelo político-económico dirigido y conducido por el Estado. Bajo este modelo, la economía en México transitaba bajo un esquema proteccionista, alejada de la competencia y sustentada en la demanda interna y las exportaciones manufactureras primero, y las exportaciones petroleras después. Para solventar ese proteccionismo, el gobierno mexicano atendía la tarea en base a préstamos extranjeros y grandes déficits fiscales.
El sistema educativo por su parte, se orientó en base a una política educativa que buscaba, entre otras cosas, atender la cobertura en todos los niveles educativos. A nivel universitario surgió y consolidó el modelo de la universidad de masas que cubría a una población importante de estudiantes, se cubrió la cobertura pero se descuidó la calidad educativa. Así, el sistema educativo pervivió bajo un proyecto que no requería necesariamente que el factor de la competencia fuera un elemento determinante en la formación académica del estudiante. Surgió y se impuso la universidad militante, alejada de las necesidades propias de los sectores productivos. De hecho, este debate fue desarrollado en la década de los setenta: se consideraba que la universidad no debía ser, por ninguna razón, una institución que se orientara a cubrir en base a sus programas de estudio y sistemas de enseñanza, las necesidades propias del mercado. Se desdeñó a lo que vino a llamarse “la universidad fábrica”, y se privilegió la formación teórica e ideológica del alumno. Sin hacer, ni por asomo, un énfasis en la ciencia y la tecnología, el modelo universitario se anquilosó en concepciones  propias del tercer mundo y en debates sobre la defensa y autonomía universitaria. En esa defensa, la universidad era un espacio alejado del marco interinstitucional del Estado-nacional. Una isla. Sin conexión directa ni con el sector público ni con los sectores productivos.
El modelo económico que sostuvo este sistema educativo eclosionó a fines de los setentas y principios de la década de los ochentas del siglo XX, y con él, el sistema educativo que dio origen. La gravedad  de las crisis económicas de estos años –sobretodo la crisis de los ochentas- generó la necesidad de reorientar el modelo económico a través de la apertura de la economía a la competencia internacional. Sobre la forma como este proceso tuvo efecto existe todo un debate. Empero, lo importante del mismo fue lo siguiente: por vez primera –luego de todo el proceso de construcción y desarrollo de nuestro Estado-nacional y de nuestra historia económica- se hablaba por fin de un concepto ajeno a nuestra propia historia, pero toral en la economía, el concepto de la competencia. Este concepto surge en nuestro país hasta fines de la década de los ochentas, y sobre todo, a principios de la década de los noventas, cuando el gobierno mexicano decide suscribir un acuerdo comercial con los Estados Unidos y Canadá en 1993, para que tuviera vigencia el primero de enero de 1994.
El concepto se avino a debate y se inició una dinámica de discusión –en todos lo ámbitos- sobre la forma de adentrarse a ese proceso de competencia internacional. Sin embargo, y esta situación es necesario tomarla en cuenta: el concepto –luego de casi dos décadas de discusión y análisis- no ha llegado a permear siquiera en la sociedad mexicana. Mucho menos a consolidarse en el terreno económico y sobre todo en el mercado de trabajo. Los índices de competitividad proporcionados por la OCDE dan cuenta de ello: nuestra economía es la última en este rubro de todos los países que integran esta organización internacional. Y este factor es determinante: en función de la competitividad se orientan, entre otras cosas, los flujos de Inversión Extranjera Directa, condición clave para el sustento del empleo y la producción en la economía internacional.
En esta dinámica, la transformación del sistema educativo ha sido paulatina y gradual en nuestro país. Se consiguió la aceptación y aprobación de una reforma educativa que impacta los distintos niveles educativos y actualmente es el marco bajo el cual se configura el accionar del sistema educativo en su conjunto. A nivel medio superior, la Reforma Integral se integra en base a cuatro ejes:
a)      Construcción de un marco curricular común;
b)      Definición y reconocimiento de la oferta de la educación media superior;
c)      Profesionalización de los servicios educativos; y
d)      Certificación Nacional de Competencias.
De acuerdo a información oficial por parte de la propia Secretaría de Educación Pública (SEP), durante el ciclo escolar 2009-2010, 1449 planteles aplicaron la reforma educativa. Sin embargo, considerando los puntos anteriores, dos destacan del resto: el marco curricular y la certificación de competencias por parte del docente. En lo que respecta al primero, el factor curricular es toral: la adecuación del marco bajo el cual se orienta el proceso de enseñanza-aprendizaje es determinante para la construcción de un sistema educativo adecuado a las condiciones de exigencia competitiva internacional. En consonancia con lo anterior, está la certificación de los docentes. Certificación que implica que, aquél que se presenta al sistema educativo para fungir como docente,  contenga en su haber las capacidades requeridas para desempeñar esta función tan importante. No obstante, este proceso inició apenas el pasado ciclo escolar. De acuerdo a la SEP, durante el ciclo escolar 2009-2010 a nivel de bachillerato se certificaron 1, 526 profesores –el 88.8% de los docentes que cumplieron los requisitos para ser certificado-, cifra por demás minúscula si se considera el tamaño de la planta de profesores a nivel nacional en este nivel educativo solamente, para no hablar del resto.
En materia de evaluación internacional de nuestro sistema educativo, la OCDE nos ha reprobado en las distintas evaluaciones que ha llevado a cabo desde el año 2000 bajo el Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés). La evaluación se aplica a estudiantes de entre 15 y 16 años de edad con el propósito de generar un diagnóstico del estado de la educación en los distintos países integrantes de la organización y coadyuvar, con ello,  en la transformación del sistema educativo con aportaciones sustanciales en materia de política educativa. Nuestras deficiencias principales se orientan hacia el bajo nivel en la comprensión de la lectura y las matemáticas. Ambos son elementos fundamentales en al formación del estudiante, y en México estamos fallando.
Otro factor a considerar: el marco teórico bajo el cual se está configurando la reforma del sistema educativo mexicano es el paradigma constructivista,  que enfoca a la educación bajo un esquema de construcción de la educación en base a competencias –en el siguiente apartado se aborda con mayor profundidad el contenido teórico del paradigma en cuestión-. Ello implica no solamente la transformación curricular de los planes de estudio y la certificación profesional de los docentes, sino la vinculación directa con los sectores productivos –para hacer efectiva la vinculación de la teoría con la práctica-. Y aquí existe un problema fundamental: esta vinculación sector educativo-sectores productivos en México no tiene lugar. No se ha avanzado nada en ese sentido. En palabras del propio Secretario de Educación Pública, en México estamos rezagados en más de dos décadas en esta materia; esto es, estamos dando los primeros pasos en firme de la transformación del sistema educativo en nuestro país pero en términos reales este es un debate de hace veinte o treinta años en otros países. O quizás más, como en el caso de Estados Unidos e Inglaterra.
Es imperativo la modificación de fondo de la educación en México, pero el proceso nos ha llevado bastante tiempo: en 1986 empezó la transformación de la economía nacional, en 1994 se abre formalmente nuestra economía a la competencia internacional, y nosotros apenas estamos echando a andar una reforma educativa –no sin resistencia política de parte de algunos sectores que estaban anteriormente beneficiados con el status quo imperante en el viejo modelo- con la que se pretende alcanzar niveles considerables de competitividad en el mediano plazo. Por bastante tiempo la competitividad de la economía mexicana estaba sustentada en la abundancia de una mano de obra barata, ahora esa ventaja comparativa ya no es suficiente. Se requiere la cualificación, y eso sólo se podrá alcanzar si se cuenta con un sistema educativo acorde a las condiciones de la competencia internacional.
II.                  La Universidad Autónoma de Durango y la educación por competencias
El marco de reforma educativa tiene un efecto directo en cada subsistema que integra el sistema educativo nacional. La Universidad Autónoma de Durango (UAD) tampoco es la excepción a este proceso de cambio y adecuación al modelo de la “Educación por competencias”; sin embargo, antes de adentrarnos al análisis de cómo la UAD se está insertando en este modelo y los retos y oportunidades que la propia condición le confiere, pasemos a analizar el marco conceptual del propio paradigma constructivista.
1.      El marco conceptual del paradigma constructivista
La concepción de educación se ha venido reestructurando de manera significativa en los últimos años, se han ido desechando muchas concepciones equívocas, a medida que se han dado los avances científicos, en especial de la psicología educativa. La concepción sobre el hombre ha cambiado, la psicología ha descubierto que estábamos equivocados al considerar al hombre como un ser que llegaba a determinada etapa de su vida y ya estaba totalmente constituido tanto en el desarrollo de su pensamiento como en las otras áreas de su personalidad.  Se desconocía el proceso de aprendizaje interno del individuo, nos decían que en su condición de niño  este tenía su mente como un papel en blanco y que, por tanto,  se podía escribir en él, lo que se quisiera.  Estas concepciones llevaron a los docentes a ser los protagonistas únicos en la educación, cuyo eje central ha venido a ser la enseñanza, con su metodología marcadamente expositiva, donde el docente siempre tenía la razón y el alumno –como era considerado sin conocimiento alguno-, en depositario del bagaje cultural de su maestro. 
En la década de los sesenta, la Psicología conductista inició los estudios sobre las condiciones psicológicas en el aprendizaje. Sus aportaciones básicas proceden de la importancia que dotan al estímulo a través de programas de reforzamiento y castigo, el modelamiento de la conducta, entre otros. Sin embargo, si bien estos aportes del conductismo fueron importantes, no tardaron en ser superados por las aportaciones posteriores de los teóricos cognitivos. Piaget, una de sus figuras más importantes, nos permite entender el aprendizaje como un proceso de adquisiciones continuas a lo largo de la vida, en al cual se van integrando nuevos conocimientos con conocimientos previos, estos se van encajando simultáneamente en lo que él llama  “los esquemas mentales”.
Los teóricos cognitivos, a diferencia de los conductistas se centran en el aprendizaje significativo de información y habilidades intelectuales –entendido como aprendizaje significativo “cuando los contenidos se relacionan con lo que el alumno sabe”-. Ellos sostienen que el ingreso de información no es algo pasivo como lo planteaban los conductistas, sino por el contrario, es un proceso activo y lleno de significado, que los conocimientos son clasificados, archivados y clasificados y se establecen conexiones que permiten retener el conocimiento de una manera organizada para su recuperación y aplicación en una diversidad contextual. Los modelos cognitivos se centran entonces en formas de comunicar y ayudar a los aprendices a jerarquizar sus conocimientos.
Posterior a Piaget, surgen otros psicólogos como Lev Vigotsky con su teoría  histórico cultural,  su estudio se centró en determinar cómo emergen los procesos cognitivos. Para este autor, el funcionamiento intelectual eficaz depende de las interacciones sociales y una extensión de la cultura del momento, las cuales son un prerequisito esencial para el desarrollo cognitivo.
Los constructivistas creen que los docentes deben poner énfasis en la propia construcción y organización del conocimiento del estudiante, como un ente activo, que es capaz de construir su propio conocimiento  sobre la base de sus propias demandas e intereses. Lo que generaron los constructivistas,  fue cambiar el énfasis en la forma de transmitir el conocimiento por parte de los docentes, en donde se pretende ayudar a los alumnos a construir conocimientos nuevos, basándose en conocimientos preexistentes (aprendizaje significativo). Así pues, el constructivismo pedagógico plantea que el verdadero aprendizaje humano es una construcción de cada estudiante que logra modificar su estructura mental. El docente es concebido solamente como un facilitador del conocimiento, mediante la realización de tareas de conjunto, comprensión compartida y el retiro paulatino de la supervisión del docente para lograr la autonomía del estudiante. El trabajo del estudiante debe estar basado en lograr que cuente con: capacidad de reflexión, esfuerzo, conocimiento significativo y alto nivel de competencia que lo lleve a la excelencia.
Un concepto resalta en todo esto: la competencia.  Este concepto referido a la educación significa “saberes de ejecución”. Puesto que todo conocer implicar saber, entonces es posible decir que son recíprocos competencia y saber. Sin embargo, bajo este esquema conceptual, la educación por competencias se refiere a una experiencia eminentemente práctica, que necesariamente se enlaza a los conocimientos para lograr un fin: el desempeño profesional. 
2.      La Universidad Autónoma de Durango y la educación por competencias
Bajo este esquema conceptual, el sistema universitario en México enfrenta un reto por demás importante. Significa –sin exageración alguna- una revolución Copérnica para nuestro sistema universitario en su conjunto. La tarea requiere, como lo señalamos líneas arriba, modificar el marco curricular para adaptar los contenidos a los nuevos propósitos del proceso de enseñanza-aprendizaje, la certificación de la planta docente y sobre todo, la vinculación con los sectores productivos. En algunos centros educativos del país se ha avanzado en alguna de las áreas  referidas, pero la tarea apenas se inicia en algunas otras.
En lo que respecta a la Universidad Autónoma de Durango, la tarea se inicia a partir de la impartición del curso de certificación que nos ocupa y la reestructuración de los planes de estudio que viene posteriormente. La tarea que resta es titánica –no es propósito de este trabajo señalar lo anterior, las autoridades de la institución lo tienen por demás claro-. Sin embargo, se tiene capital humano, infraestructura y tecnología para hacerle frente al reto.  Con tales condiciones, “la educación por competencias” se convierte en una oportunidad, sobre todo para aquellas universidades que participan en el sistema educativo nacional bajo la figura de universidad privada. Estas, como sabemos, no solamente participan sino que compiten en el mercado con respecto a otras instituciones que están en la misma condición. Por tanto, este modelo educativo se convierte en una oportunidad para sobresalir en el mercado  a partir de alcanzar un nivel de excelencia en la implementación y desarrollo del modelo de “educación por competencias”. Esta tarea es la que nos debe ocupar en los próximos ciclos escolares que están por venir.
En suma, ya es tiempo de que el concepto de competencia sea lugar común en nuestro accionar diario y no tema excepcional. Debe ser hábito en la práctica profesional de la educación, y pilar en la construcción de la actividad laboral. Debe ser criterio de evaluación profesional y marco de referencia en el mercado. Eso es lo que indica el momento histórico actual.

sábado, 29 de enero de 2011

Bienvenido

Bienvenido a este mi blog, un ejercicio que nace originalmente como instrumento de comunicación e interlocución con mis alumnos de la universidad; sin embargo, el propósito inicial es trascendido por la necesidad imperiosa de servir como medio para la discusión, reflexión y análisis de nuestra realidad social. Es canal de comunicación académica con mis alumnos, pero a la vez, también, es instrumento para la consecución del análisis.

Bajo esta perspectiva, en este blog se estarán presentando textos a manera de artículos, ensayo y demás sobre tópicos sobre la condición que guarda la cosa pública en México.

Al mismo tiempo invitamos a quien quiera publicar algún texto por esta vía, será bienvenido...!